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El Prado consagra el bodegón español

NATIVIDAD PULIDOMADRID. Tres meses después del capricho ministerial de colgar en

NATIVIDAD PULIDO

MADRID. Tres meses después del capricho ministerial de colgar en julio, por un solo día, los 40 nuevos inquilinos del Prado, éstos se han instalado -ya con un discurso expositivo- en una sala anexa a la galería central y junto a la sala 18, dedicada al bodegón español. Allí colgarán hasta el 7 de enero, formando parte de la exposición «Lo fingido verdadero» (título prestado de una comedia de Lope de Vega). El público podrá admirar al fin la última y flamante compra del museo -noticia que adelantó ABC-: gracias a una dación por pago de impuestos del BBVA, por 25 millones de euros (hay que sumar un millón más en concepto de impuesto sobre transmisiones patrimoniales), el Estado adquirió 40 bodegones españoles de la colección Naseiro, formada por más de un centenar de cuadros. La negociación duró un año: Hacienda trató de atar el precio a la baja (se salió con la suya) y el Prado hizo la selección de obras.

Javier Portús, comisario de la muestra, subraya el progresivo interés historiográfico, expositivo y coleccionista por el bodegón que hay en la actualidad. Incluso este género se ha consolidado en el mercado. Pero no siempre ha sido así. Denostado como género menor durante siglos, no fue hasta 1935 cuando una exposición, comisariada por Julio Cavestany, reivindicó el bodegón. Se reunieron 176 floreros y naturalezas muertas. Cuarenta y ocho años después, Alfonso E. Pérez Sánchez puso su grano de arena con una gran exposición en el Prado: «Pintura española de bodegones y floreros de 1600 a Goya». Fueron dos hitos fundamentales en la justa restitución de este género.

Lagunas cubiertas

En 1900 ingresaron en el Prado dos naturalezas muertas de Goya («Un pavo muerto» y «Aves muertas»); en 1940 compra un estupendo «Bodegón» de Felipe Ramírez, adquirido con los fondos del legado del conde de Cartagena, y un año después ingresa el «Bodegón con cacharros», de Zurbarán, gracias a la donación Cambó. Pero ha sido a partir de 1986 cuando el Prado reforzó ampliamente su colección de bodegón español. Especialmente relevante fue la compra del «Agnus Dei», de Zurbarán, en 1986, y del «Bodegón de caza, hortalizas y frutas», de Sánchez Cotán, en 1991, gracias a los fondos del legado Villaescusa y los beneficios que reportó al Prado la exposición de Velázquez.

La compra de este relevante conjunto de obras de la colección Naseiro llena importantes lagunas del Prado. Al menos media docena de cuadros, comenta Portús, tiene la calidad suficiente para exhibirse en cualquier sala del museo, estando a la altura del resto de la colección. De hecho, Miguel Zugaza, director del Prado, advierte que, tras las obras de ampliación y la posterior reubicación de los fondos, el bodegón español contará con tres salas. En la actualidad sólo ocupa una. El bodegón de la primera mitad del XVII protagonizará la primera sala: allí veremos obras de Sánchez Cotán, Zurbarán, Van der Hamen, El Labrador... La segunda estará dedicada a la segunda mitad del XVII, con artistas como Yepes o Arellano. En la última veremos, por ejemplo, la obra de Luis Meléndez, de quien el Prado atesora un espléndido conjunto.

Diez nuevos artistas

Las 40 obras de la colección Naseiro abarcan de 1627 a mediados del XIX. El siglo mejor representado es el XVII, con 29 cuadros (hay 7 del XVIII y 5 del XIX). De los 19 artistas presentes, 10 de ellos no tenían hasta ahora obra en el Prado. La exposición arranca con la joya de la colección Naseiro: «Bodegón con alcachofas, flores y recipientes de vidrio», de Juan Van der Hamen. Según Portús, es «una obra ineludible del bodegón español y en el futuro será una de las obras imprescindibles en la historia del género». También es reseñable un espectacular conjunto del valenciano Tomás Yepes (siete obras) y los cuatro maravillosos racimos de uvas de Juan Fernández, el Labrador. A ellos se suman, entre otros, tres sutiles obras de Pedro Camprobín, un florero de la última etapa de Juan de Arellano o un monumental bodegón ochavado de Juan de Espinosa.

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