CRÓNICA
Valencia

Media hora de terror, puerta por puerta, en el Monasterio de Santo Espíritu: "Fray Juan Antonio estaba con la cabeza destrozada; Fray Albert como un zombi..."

Uno de los atacados murió este lunes por la tarde. El cocinero de la abadía reconstruye la tragedia que vivieron el pasado sábado cuando un hombre los agredió al grito de "¡Soy Jesucristo! ¡Vengo a matar a todos los frailes!"

El fray cocinero Ángel Ramón Serrano ayer en el Monasterio de Santo Espíritu.
El fray cocinero Ángel Ramón Serrano ayer en el Monasterio de Santo Espíritu.DAVID GONZÁLEZARABA PRESS
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El fray Ángel (54) necesita recuperar la tranquilidad. Desea que las mañanas vuelvan a ser su «momento feliz», de silencio absoluto mientras todos duermen y él prepara el pan. Quiere dejar de sentir miedo al recordar que un hombre entró a su hogar con la intención de asesinarlos a él y a sus hermanos franciscanos. «Nos ha roto la paz y la confianza», expresa el cocinero del Monasterio de Santo Espíritu en Gilet (Valencia).

La desgracia, que duró «unos 30 minutos» ocurrió el pasado sábado cerca de las 9:30 de la mañana. Un hombre irrumpió en la parte alta del claustro, donde están las habitaciones, para agredir a los religiosos. Como armas usó un báculo de la estatua de San Luis Obispo, un bastón, una botella o sus propias manos.

Él atacó a cinco de los franciscanos. Uno de ellos estuvo con «1% de actividad cerebral» y finalmente falleció este lunes por la tarde. Dos permanecen graves en el hospital. El fray Ángel auxilió a sus compañeros frenando al atacante, presuntamente de nombre Javier, quien ese día se escabulló, pero fue detenido el domingo. El lunes pasó a disposición judicial en Puerto de Sagunto.

El franciscano Ángel reconstruye esa fatídica mañana. Como cada día, todos comenzaron la jornada a las 7:00 con rezos en la parte de arriba de la iglesia. «Quizá fue el momento que él [el atacante] aprovechó para entrar, porque abrimos por si viene gente de fuera». De 8:00 a 8:30 ofrecieron la misa en la planta inferior de la iglesia. Después desayunaron y se fueron a sus habitaciones. Sólo estaban seis de ellos en el monasterio. El fray Federico (84 años) salió a dar una misa en Sagunto.

Ángel subía de la cocina con un cesto lleno de huevos de gallinas. «Antes de soltar el cesto escucho unos gritos desesperados», relata. Pensó que alguno de los mayores se había caído. Fue al patio de los coches y vio a «un señor corpulento, musculoso y con los brazos tatuados vapuleando al superior de la casa, a Fernando. Le estaba dando puñetazos, lo tiró al suelo y le empezó a dar patadas». El cocinero lo cogió por detrás y le preguntó inocentemente «¿qué haces?». Y él repreguntó: «¿Tú sabes quién soy?».

Ni él ni el resto de los compañeros sabían quién era él. Ante la negativa de Ángel, el agresor se presentó: «¡Soy Jesucristo! ¡Vengo a matar a todos los frailes!». El monje intentó tranquilizarlo, pero comenzó a recibir puñetazos. Logró apartarse, sacó el móvil y amenazó con llamar a la policía. Tras un forcejeo, «él vio que ya había llamado o se asustó y decidió marcharse». Pero lo hizo «andando tranquilamente, orgulloso». «Se daba la vuelta insultando y blasfemando». Desapareció entre la montaña, del lado izquierdo del monasterio.

Una vez dado el aviso al 112, el fraile Ángel entró al claustro pensando que ya había pasado lo peor. Sin embargo, al entrar, se encontró con «un espectáculo de un acto terrorista». Supo que el hombre había entrado, sin saber por dónde, con la intención de atacar a cada franciscano puerta a puerta. Por el orden de las habitaciones, presumen que el primero en ser atacado fue el fray Carlos (95 años), luego Albert (66) y, por último, Juan Antonio (76).

A Ángel le brillan los ojos al hablar del fray Carlos, el mayor de todos. «Es un encanto, roza la santidad». Cuenta que él apenas se podía mover porque se rompió la cadera. Estaba sentado escuchando Radio María cuando el agresor cogió su bastón y «se lo partió en la cabeza, le partió la mandíbula y le cortó la oreja». Ángel se acercó, lo levantó del charco de sangre que dejó en el suelo y se sorprendió al ver su semblante. «¡Me sonreía, me sonreía!». Luego fue a auxiliar al monje Albert. «Iba andando por el claustro como un zombi, con la cara destrozada».

Por último, fue a por Juan Antonio, quien finalmente murió el lunes por la tarde en el Hospital Clínico de Valencia. Él era originario de Murcia y apenas llevaba un par de meses en el monasterio. «Estaba tumbado boca arriba con la cabeza destrozada con una botella», recuerda Ángel. Agrega que estaba «sin apenas respiración». Llegó al hospital con un traumatismo craneoencefálico. Alertaron de que era poco probable que sobreviviera. Tenía «1% de actividad cerebral» ayer por la mañana. Se presagiaba que bajaría a «0% de actividad cerebral» en cualquier momento, como así ocurrió ayer por la tarde.

Carlos y Albert continúan en el hospital. El primero necesitará una intervención maxilofacial; el segundo, «tiene un coágulo en la cabeza y está en observación porque puede traerle complicaciones». Ángel está bien. Fernando (57) tiene moretones en las sienes y en los ojos por los golpes que recibió, pero nada de gravedad. Dos de los siete frailes corrieron con suerte. Federico, que estaba dando una misa fuera, y Antonio, que estaba en la huerta y no vio al atacante.

SANTUARIO PARA EVADIRSE

El alcalde de Gilet, Salva Costa, describe la relación que este monasterio con 600 años de historia tiene con el pueblo. «Hacen obras sociales. Es un sitio donde cualquier persona que ha ido a pedir ayuda la ha recibido». Por su hospedería «va muchísima gente a hacer ejercicios espirituales y gente que está preparando oposiciones para estudiar y evadirse del mundo».

El fraile Ángel lamenta la situación de Javier, detenido como presunto agresor. «Tenía una vocecita dentro que le decía 'mata a los frailes', fruto de las drogas, seguramente». Según se ha publicado en distintos medios, el agresor podría ser toxicómano. Los hermanos franciscanos ahora le dedican alguna oración en la misa matutina. «Pedimos por él y por todos los que viven presos de sus de sus malas ideas», comparte el fray cocinero.

Ángel es, además, un youtuber que brilla en su canal de cocina Franciscanos Santo Espíritu del Monte Hospedería. Cada lunes publica, religiosamente, un vídeo con una nueva receta. Él quiere recuperar la paz, la armonía y la confianza en la gente buena, que está seguro de que es «infinitamente más». No quiere dejar de recibir el cariño de las personas bondadosas, a quienes insta a apoyar al monasterio con palabras de aliento en los comentarios de sus vídeos.