El día 12 de marzo se celebró la tercera edición de los premios que otorga la asociación WAS (Women Action Sustainability), de cuya junta directiva formo parte. Como es habitual, quien más quien menos, lucía sus mejores galas, a la altura de las magníficas empresas y personas premiadas. 

El Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas, Margarita de Chiclana, la revista Ethic, la iniciativa contra el desperdicio alimentario ES-Impefect, la fundación Inspiring Girls y la artista Marina Vargas, se merecían que la imagen de quienes los celebrábamos fuera estupenda. 

No es este el lugar adecuado para hablar de moda. No lo haré, pero sí diré que el vestido que yo usé estaba firmado por una de las grandes marcas de nuestro país, muchas veces calificada de alta costura: Tot Hom.

Y no lo había comprado. Lo había conseguido en el segundo intercambio de ropa, en la segunda Swap Party, que organizamos Magas y ENCLAVE ODS y que se celebró en Ifema durante la última edición de Mercedes Benz Fashion Week Madrid. Lana y plumas eran las responsables de una elegancia por la que no pagué, fruto de la permuta de otras prendas.

El día 18 de marzo, la fundación Cultura de Paz, Tiempo de Arte y el Círculo de Bellas Artes de Madrid organizaron un homenaje a Federico Mayor Zaragoza en el que tuve el inmenso honor de ejercer como maestra de ceremonias. Era uno de esos actos en los que mejor vestir menos que más, pero con la solemnidad que el acto institucional merecía.

Elegí un vestido que fuera suficientemente simple y suficientemente elegante. Morado. Marca: CH. Nada de eso era lo importante. Lo fundamental era que este vestido también provenía de intercambio, de la primera Swap Party que organizamos Magas y ENCLAVE ODS. Creo reconocer incluso a la primera propietaria, que es ese otro argumento que le otorga aún más valor al traje.

Si ya es un hecho que la segunda mano se ha convertido hoy en una fórmula más de adquirir prendas de vestir, el intercambio cada vez toma un mayor protagonismo, especialmente entre las generaciones más jóvenes. 

Como estas experiencias tan cercanas, recuerdo otras muchas, pero más lejanas en el tiempo. Hechos datados en la adolescencia, cuando aún se iba a las tiendas en las que el canje era otro. Las madres nos comandaban la entrega de lo que entonces se denominaban cascos, vacíos, ya fueran de cerveza, de agua o de vino, y volvíamos a casa con similares botellas, pero llenas.

De hecho, es como para aplicar refranes como que 'de estos polvos vienen estos lodos', pero en este caso para bien. Porque seguramente es esta fórmula no de intercambiar, sino de reciclar el vidrio, la que mejor desempeño tiene en eso de dar segundas vidas a los objetos. Desde luego, la más y mejor entendida y extendida. 

Y está medido y documentado. Porque la tasa de reciclado de vidrio en España fue en 2024 de algo más de un 71%. Casi un millón de toneladas recogidas a través de los más de 257.000 contenedores verdes distribuidos por todo el país, y que se nos han metido incluso en las casas a través de sus atractivos iglús.

Con la ciudad de San Sebastián a la cabeza, con 37,30 kilos de envases de vidrio reciclados por persona y 19 kilos por habitante, se han evitado 1.200.000 toneladas de materias primas (el equivalente a 120 veces el peso de la torre Eiffel), pero también la emisión de 582.000 toneladas de CO2 (como 147 vueltas a la tierra por su ecuador), y se han ahorrado 717.000 megavatios hora de energía (aproximadamente, dos meses de consumo energético de todos los hospitales españoles).

Es importante saber que nuestro país ya mejoró en 2024 los requerimientos de recuperación de envases de vidrio que Europa prevé para 2025 (una tasa de reciclaje del 70%, que deberá superar el 80% en 2030). Y, aunque no sea excesivo, con un aumento de un 0,5% en la recogida respecto al ejercicio anterior, dato curioso cuando se está hablando de una recesión del consumo en torno al 3%.

Es fundamental ir más allá de las cifras, que siempre son frías, y explicar que cuando se habla de vidrio se hace referencia a un material en cuya recuperación no se pierde ni un solo gramo ni cualidades. Un kilo de vidrio recuperado sirve para obtener un kilo de nuevos envases. Y sí se puede afirmar que desde aquí hasta el infinito, porque se recicla y se vuelve a reciclar una y mil veces. 

Según sea verde, de color ámbar o café o transparente, así se separa para su perfecto reciclaje. Y hay que advertir que el ejemplo del SCRAP del vidrio (Ecovidrio) es perfecto reflejo de cómo entre todos es posible dar no ya una nueva sino diversas vidas.

Es cierto que cuando se miran los contenedores de basuras de las calles, especialmente en los centros urbanos, no cunde tanto el optimismo. De hecho, la visión suele conducir al pesimismo, de la mezcla que puede llegar a verse o vislumbrarse a través de las bolsas de plástico. 

Y sin embargo el ejemplo está ahí. Más que visible, comprobable. Y también en este caso es labor de todos, incluidas las administraciones, cuya obligación, como en el caso de otros scraps, es facilitar medios que permitan la implementación y seguimiento de las ordenanzas.